jueves, 26 de noviembre de 2009

ANTIPOEMAS

ECOPOEMAS

Cuando pasen los años, cuando pasenLos años y el aire haya cavado un fosoEntre tu alma y la mía; cuándo pasen los añosY yo sólo sea un hombre que amó, un ser que se detuvoUn instante frente a tus labios,Un pobre hombre cansado de andar por los jardines,¿Dónde estarás tú? ¡DóndeEstarás, oh hija de mis besos!
MANIFIESTO
Señoras y señores
Esta es nuestra última palabra.
-Nuestra primera y última palabra-
Los poetas bajaron del Olimpo.
Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros
Es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.
A diferencia de nuestros mayores
-Y esto lo digo con todo respeto-
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
El poeta es un hombre como todos
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.
Nosotros conversamos
En el lenguaje de todos los días
No creemos en signos cabalísticos.
Además una cosa:
El poeta está ahí
Para que el árbol no crezca torcido.
Este es nuestro lenguaje.
Nosotros denunciamos al poeta demiurgo
Al poeta Barata
Al poeta Ratón de Biblioteca.
Todo estos señores
-Y esto lo digo con mucho respeto-
Deben ser procesados y juzgados
Por construir castillos en el aire
Por malgastar el espacio y el tiempo
Redactando sonetos a la luna
Por agrupar palabras al azar
A la última moda de París.
Para nosotros no:
El pensamiento no nace en la boca
Nace en el corazón del corazón.
Nosotros repudiamos
La poesía de gafas obscuras
La poesía de capa y espada
La poesía de sombrero alón.
Propiciamos en cambio
La poesía a ojo desnudo
La poesía a pecho descubierto
La poesía a cabeza desnuda.
No creemos en ninfas ni tritones.
La poesía tiene que ser esto:
Una muchacha rodeada de espigas
O no ser absolutamente nada.
Ahora bien, en el plano político
Ellos, nuestros abuelos inmediatos,
¡Nuestros buenos abuelos inmediatos!
Se refractaron y dispersaron
Al pasar por el prisma de cristal.
Unos pocos se hicieron comunistas.
Yo no sé si lo fueron realmente.
Supongamos que fueron comunistas,
Lo que sé es una cosa:
Que no fueron poetas populares,
Fueron unos reverendos poetas burgueses.
Hay que decir las cosas como son:
Sólo uno que otro
Supo llegar al corazón del pueblo.
Cada vez que pudieron
Se declararon de palabra y de hecho
Contra la poesía dirigida
Contra la poesía del presente
Contra la poesía proletaria.
Aceptemos que fueron comunistas
Pero la poesía fue un desastre
Surrealismo de segunda mano
Decadentismo de tercera mano,
Tablas viejas devueltas por el mar.
Poesía adjetiva
Poesía nasal y gutural
Poesía arbitraria
Poesía copiada de los libros
Poesía basada
En la revolución de la palabra
En circunstancias de que debe fundarse
En la revolución de las ideas.
Poesía de círculo vicioso
Para media docena de elegidos:
"Libertad absoluta de expresión".
Hoy nos hacemos cruces preguntando
Para qué escribirían esas cosas
¿Para asustar al pequeño burgués?
¡Tiempo perdido miserablemente!
El pequeño burgués no reacciona
Sino cuando se trata del estómago.
¡Qué lo van a asustar con poesías!
La situación es ésta:
Mientras ellos estaban
Por una poesía del crepúsculo
Por una poesía de la noche
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
Este es nuestro mensaje,
Los resplandores de la poesía
Deben llegar a todos por igual
La poesía alcanza para todos.
Nada más, compañeros
Nosotros condenamos
-Y esto sí que lo digo con respeto-
La poesía de pequeño dios
La poesía de vaca sagrada
La poesía de toro furioso.
Contra la poesía de las nubes
Nosotros oponemos
La poesía de la tierra firma
-Cabeza fría, corazón caliente
Somos tierrafirmistas decididos-
Contra la poesía de café
La poesía de la naturaleza
Contra la poesía de salón
La poesía de la plaza pública
La poesía de protesta social.
Los poetas bajaron del Olimpo.

LA VÍBORA

Durante largos años estuve condenado a adorar a una mujer despreciable,sacrificarme por ella, sufrir humillaciones y burlas sin cuento,trabajar día y noche para alimentarla y vestirla,llevar a cabo algunos delitos, cometer algunas faltas,a la luz de la luna realizar pequeños robos,falsificaciones de documentos comprometedores,so pena de caer en descrédito ante sus ojos fascinantes.En horas de comprensión solíamos concurrir a los parquesy retratarnos juntos manejando una lancha a motor,o nos íbamos a un café danzantedonde nos entregábamos a un baile desenfrenadoque se prolongaba hasta altas horas de la madrugada.Largos años viví prisionero del encanto de aquella mujerque solía presentarse a mi oficina completamente desnuda,ejecutando las contorsiones más difíciles de imaginar,con el propósito de incorporar mi pobre alma a su órbita.Y, sobre todo, para extorsionarme hasta el último centavo.Me prohibía estrictamente que me relacionase con mi familia.Mis amigos eran separados de mí mediante libelos infamantesque la víbora hacía publicar en un diario de su propiedad.Apasionada hasta el delirio no me daba un instante de tregua,exigiéndome perentoriamente que besara su bocay que contestase sin dilación sus necias preguntas,varias de ellas referentes a la eternidad y a la vida futura,temas que producían en mí un lamentable estado de ánimo,zumbidos de oídos, entrecortadas náuseas,desvanecimientos prematurosque ella sabía aprovechar con ese espíritu práctico que la caracterizabapara vestirse rápidamente sin pérdida de tiempoy abandonar mi departamento dejándome con un palmo de narices.Esta situación se prolongó por más de cinco años.Por temporadas vivíamos juntos en una pieza redondaque pagábamos a medias en un barrio de lujo cerca del cementerio.(Algunas noches hubimos de interrumpir nuestra luna de mielpara hacer frente a las ratas que se colaban por la ventana.)Llevaba la víbora un minucioso libro de cuentasen el que anotaba hasta el más mínimo centavo que yo le pedía en préstamo;no me permitía usar el cepillo de dientes que yo mismo le había regaladoy me acusaba de haber arruinado su juventud,lanzando llamas por los ojos me emplazaba a comparecer ante el juezy pagarle dentro de un plazo prudente parte de la deuda,pues ella necesitaba ese dinero para continuar sus estudios.Entonces hube de salir a la calle a vivir de la caridad pública,dormir en los bancos de las plazas,donde fui encontrado muchas veces moribundo por la policíaentre las primeras hojas del otoño.Felizmente aquel estado de cosas no pasó más adelante,porque cierta vez en que yo me encontraba en una plaza tambiénposando frente a una cámara fotográficaunas deliciosas manos femeninas me vendaron de pronto la vistamientras una voz amada para mí me preguntaba quién soy yo.Tú eres mi amor, respondí con serenidad.Ángel mío, dijo ella nerviosamente,permite que me siente en tus rodillas una vez más!Entonces pude percatarme de que ella se presentaba ahoraprovista de un pequeño taparrabos.Fue un encuentro memorable, aunque lleno de notas discordantes;me he comprado una parcela, no lejos del matadero, exclamó;allí pienso construir una especie de pirámideen la que podamos pasar los últimos días de nuestra vida.Ya he terminado mis estudios, me he recibido de abogado,dispongo de buen capital;dediquémonos a un negocio productivo, los dos, amor mío, agregó,lejos del mundo construyamos nuestro nido.Basta de sandeces, repliqué, tus planes me inspiran desconfianza,piensa que de un momento a otro mi verdadera mujerpuede dejarnos a todos en la miseria más espantosa.Mis hijos han crecido ya, el tiempo ha transcurrido,me siento profundamente agotado, déjame reposar un instante,tráeme un poco de agua, mujer,consígueme algo de comer en alguna parte,estoy muerto de hambre,no puedo trabajar más para ti;todo ha terminado entre nosotros.

EL HOMBRE IMAGINARIO

El hombre imaginariovive en una mansión imaginariarodeada de árboles imaginariosa la orilla de un río imaginarioDe los muros que son imaginariospenden antiguos cuadros imaginariosirreparables grietas imaginariasque representan hechos imaginariosocurridos en mundos imaginariosen lugares y tiempos imaginariosTodas las tardes imaginariassube las escaleras imaginariasy se asoma al balcón imaginarioa mirar el paisaje imaginarioque consiste en un valle imaginariocircundado de cerros imaginariosSombras imaginariasvienen por el camino imaginarioentonando canciones imaginariasa la muerte del sol imaginarioY en las noches de luna imaginariasueña con la mujer imaginariaque le brindó su amor imaginariovuelve a sentir ese mismo dolorese mismo placer imaginarioy vuelve a palpitarel corazón del hombre imaginario

La madre de un hombre está gravemente enfermaParte en busca del médicoLloraEn la calle ve a su mujer acompañada de otro hombreVan tomados de la manoLos sigue a corta distanciaDe árbol en árbolLloraAhora se encuentra con un amigo de juventud¡Años que no nos veíamos! Pasan a un barConversan, ríenEl hombre sale a orinar al patioVe una muchacha jovenEs de nocheElla lava los platosEl hombre se acerca a la jovenLa toma de la cinturaBailan valsJuntos salen a la calleRíenHay un accidenteLa muchacha ha perdido el conocimientoEl hombre va a llamar por teléfonoLloraLlega a una casa con lucesPide teléfonoAlguien lo reconoceQuédate a comer, hombreNoDónde está el teléfonoCome, hombre, comeDespués te vasSe sienta a comerBebe como un condenadoRíeLo hacen recitarRecitaSe queda dormido debajo de un escritorio.

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